Miami: llegar y quedarse

Rosa Jimenez Cano

Por Rosa Jimenez Cano

Fuente: El Español

La pandemia limpió la cara de Miami. La renovó. Corroboró que era una centro con potencial tecnológico. Hasta entonces se tenía en cuenta su capacidad formativa, pero, en general, se daba por hecho que, salvo si se quería trabajar en turismo u hostelería, irse de Miami era la mejor opción para desarrollar una carrera laboral con impacto, con capacidad de progreso real. Quedarse, en definitiva, se consideraba ‘de conformistas’.

Más allá del fenómeno del trabajo en remoto, Miami consiguió atraer talento. Algunos como Freddy Vega, de Platzi, se han mudado hace poco después de explorar varias ciudades. Un buen nómada, que le gusta explorar cada lugar como si fuese la primera vez que lo visita. Otros, como Wen Wen Lam, una de las mentes más brillantes en inversión, ha demostrado una capacidad para vender compañías fuera de lo habitual, se van. Su ciclo en la capital tropical ha concluido.

Equipos como el de los fundadores de OnTop o de Truora vinieron para quedarse. Daniel Bilbao, líder de Truora, en alianza con Laura Gaviria, exSoftbank sumergida con pasión en IA, han lanzado una formación para ayudar a otros emprendedores a captar capital, usando su propia experiencia y contactos al servicio de los alumnos.

Un esfuerzo mayor y mucho más mediático lo representa el Partnership for Miami. Algo así como un acuerdo, una alianza, para impulsar la ciudad. Sobre todo en el aspecto de inclusión social. Detrás de la misma están Ken Griffin, de Citadel, y Orlando Bravo, de Thoma Bravo, dos de los grandes conglomerados de inversión de Estados Unidos.

Griffin, que ya ha apoyado la creación del Economic Club de Miami, decidió mudar toda la operación de Chicago a Miami. Con todo lo que significa en cuanto a empleo, oficinas, infraestructura…

Orlando Bravo, de Puerto Rico, sigue teniendo un ancla importante en la isla. Pero también ha hecho de Miami su hogar, su espacio natural para conectar con Estados Unidos, sin renunciar a la cultura latina y clima tropical.

En la coordinación han escogido un perfil bien conocido, Raúl Moas, que simboliza como pocos la inmigración. De origen cubano, es uno de los jóvenes con capacidad de hablar a instituciones, empresas y centros de formación. Él mismo fue líder de Knight Foundation.

Completan el elenco perfiles como José Mas, de MasTec, junto a su hermano, grandes inversores del Inter Miami de Messi, Jon Paul Pérez, hijo de Jorge Pérez, de Related Group, constructores de viviendas de lujo, inicialmente en Miami y ahora también en el corazón de Manhattan, o Tom Garfinkel, CEO de los Miami Dolphins, el equipo de fútbol americano.

Se unen con la mirada puesta en 2035. Es decir, se dan 11 años para resolver algunos de los grandes retos de la urbe: acceso a educación de calidad, movilidad y transporte, especialmente relevante para la logística y el empleo, y, por último, hacer que sea asequible. Quizá la parte más complicada o menos controlable desde su posición y convicciones de libre mercado.

Lo seguiremos de cerca. Tanto por los nombres, como por la ambición con la que se han posicionado.

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